miércoles, 8 de septiembre de 2010

Caminaban.



Caminaban como si el mundo fuese un patio de juegos. Sus pies avanzaban por la vereda, cortaban la calle, esquivaban los charcos y pisaban las hojas marchitas obsequiadas por un julio con todas las de la ley. Sus ojos veían, pero no observaban con detenimiento el aerosol decorativo en la pared de la casa de la señora Margarita, "vieja puta" rezaba éste. Tampoco dieron cuenta de las miradas interesadas y pervertidas de las jovencitas que pasaron a su lado. Ni siquiera cuando una de las muchachas se dirigió a uno de ellos con la poética frase "eh, le gustás a mi amiga".
Ellos siguieron caminando, pero caminar no era más que una excusa para compartirse el uno al otro. Iban perdidos en una calurosa conversación: hablaban de temas de vital importancia, como quién cortó con quién o escuchaste la nueva canción de Jason Mraz.
Ambos sabían que bajo esa superficie se encontraba algo más profundo. Un vínculo especial, una relación que no se da con cualquiera y que, lamentablemente, muchos se mueren sin conocer. Entre los dos había una confianza tácita, un ardor que nada tenía que ver con lo sexual, unas ganas de estar con el otro, simplemente porque eran el uno para el otro.
Y sin hacer mención a ésto, siguieron caminando.

2 comentarios:

  1. "Un vínculo especial, una relación que no se da con cualquiera y que, lamentablemente, muchos se mueren sin conocer." Nunca mejor dicho!

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  2. Me gustó Pablo!, y la foto está copada. Qué bueno que salgan cosas así de tu interior...(Por cierto, pensé que entre hombres se hablaba de temas no tan ufanos como los que hablamos nosotras :P)

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